Desde aquel Zaire con pasos de comedia en el mundial '74, pasando por las pequeñas alegrías de Túnez en el '78 y Marruecos en el '86, hasta la desfachatez del Camerún de Italia '90, la generación dorada de Nigeria y la sorpresiva llegada de Senegal a Cuartos de Final en Corea - Japón 2002, el fútbol africano siempre nos dejó con la sensación de que podía dar más, pero también de que había algo que fallaba internamente para que sus estrellas pudiesen ensamblar un mismo equipo. Las diferencias de idioma, linaje y credo entre los jugadores han sido los principales motivos que los técnicos, casi siempre de un orígen europeo tan ajeno a esas cuestiones, han encontrado a esta flaqueza.
En ese marco de prejuicios y realidades inexorables, cada dos años se disputa la Copa Africana de Naciones. Por desarrollarse el mismo año del Mundial y en un período en el cual las ligas locales se toman vacaciones o están en estado incipiente, recibe televisación y una cobertura considerable por parte de los medios del mundo. El desconocimiento de los periodistas por todo fútbol que no provenga de estas latitudes es impresionante para gente que trabaja y, supuestamente, ama este deporte. Pero mejor no hablemos de opinólogos pagos, sino de fútbol.
Una vez más, Egipto logra la peculiaridad de no clasificarse al Mundial y luego ganar el torneo continental, jugando muchos de sus partidos ante los mismos equipos que lo dejaron afuera. Amparados en la seguridad de su arquero Essam Al-Hadary -el mismo que fue marginado hace unos años porque su equipo suizo lucía una publicidad de vinos en el pecho- y comandados por talento del delantero del Borussia Dortmund alemán, Mohamed Abdullah Zidan, los Pharaos no mostraron el fútbol más vistoso, pero alzaron su séptima copa, ante el mejor equipo del momento, un Ghana reforzado con los campeones mundiales sub-20.
Para destacar de este torneo nos queda la excelente organización del país anfitrión, Angola, una de las naciones del continente que más ha avanzado económica y socialmente en la última década, a pesar de que su selección no pudo volver a repetir la sorprendente campaña que lo llevó al Mundial de Alemania, hace 4 años. Para quienes los seguimos, no llama la atención el bajo nivel de clásicos como Nigeria o Camerún, ni el aburrimiento que provocan los equipos más fuertes a nivel táctico -los del norte musulmán-. Me quedo con una grata sorpresa, la vuelta de Zambia al buen juego. Frente a la sorpresa de muchos, recordaba aquel equipo integrado por el goleador Kalusha Bwalya, quien anotó tres goles en la histórica goleada ante Italia por 4-0 en los JJ.OO. de Seoul 1988. Esa misma generación que contaba con el ex arquero de Argentinos Juniors, Efford Chabala, y que luego sufrió una de las peores tragedias vinculadas a este deporte, la caída del avión con destino a Senegal, mientras iban a disputar un partido de clasificación para el Mundial USA '94.
Una vez más, nos vamos con el sabor amargo de saber qué sería de la vida del equipo más ganador del continente en una competencia mundial. Pero bueno, teniendo en cuenta que los Faraones sólo clasificaron al Mundial en 1990, uno de los pocos años en que perdieron esta copa a manos de Argelia, en África parece rubricarse el dicho que señala que todo no se puede.